El paisaje es una sucesión de colinas, viñedos, bosques de pinos, bosques profundos, pueblos pintorescos y ciudades majestuosas.
Todo brilla bajo el sol radiante y permanente.
Los cuerpos se van deshaciendo de sus ropajes invernales y los ojos se protegen tras las gafas oscuras.
Todo es paz, descanso, descubrimiento y belleza.
Esta pausa en la rutina marcada por las obligaciones laborales y escolares ha sido como ser transportada a una dimensión donde el tiempo sigue otro ritmo, más tranquilo, más cercano a la tierra y a la naturaleza, más humano.
Me he reencontrado con seres muy queridos con los que he crecido y disfrutado de un sinfin de vivencias en la infancia y adolescencia. Vivencias cuyo recuerdo, siempre bonito, permanece inalterable.
Me ha faltado visitar a algunas personas. Lamentablemente, el tiempo ni se detiene ni se estira.
He descubierto lugares que me han parecido mágicos, maravillosas estampas de la campiña en todo su esplendor primaveral.
He sentido paz. Esos seres queridos me han transmitido su amor por los detalles, su pasión por hacer bien las cosas más cotidianas.
Y desde luego, su atento trato y su estupenda compañía convertirán este corto viaje en otro recuerdo inolvidable.
Ann.