Me estoy aficionando a ir de vacaciones en coche, sin excesivas pretensiones ni organización.
Acostumbrada a que mis planes casi siempre se vean alterados por cambios de opinión de última hora, he optado por no planificar y dejarme llevar por las circunstancias.
El coche es una buena fórmula para ello aunque conlleva la limitación de no alejarse mucho del punto de partida.
Una vez que nos hemos decantado por este medio de locomoción, es necesario librarse de las prisas y de las presiones, encender el GPS y configurarlo en modo "camino más corto, sin peajes".
Muchos de los parajes a descubrir lejos de las autopistas son infinitos y espectaculares. En algunos tramos, la carretera se puede transformar en un camino que la civilización dejó de frecuentar hace tiempo.
El resultado puede ser sorprendente y tremendamente placentero y esta forma de desplazamiento puede convertirse en la principal motivación del viaje.
Ann.
