lunes, 9 de octubre de 2017

OTRA DE TRANSPORTE

Pocos usuarios en el bus.
No sé si por la hora, la línea. Desconozco el motivo.
A pesar de ello, un fuerte olor a colonia de hombre me asalta.
¿Barata, cara? También lo ignoro. Desde luego, nauseabunda, es.


El hedor invade mis fosas nasales, de por sí ya dañadas por los sucesivos herpés sufridos. 
Una ligera náusea comienza a manifestarse.
Cuando, por fín, me decido a reaccionar cambiando de asiento, ya es tarde.
No me lo puedo creer.
El individuo que se ha instalado a mi izquierda y que me impide desplazarme, acaba de posar sobre su pierna, un plátano, su almuerzo supongo, dejando así libres su manos para seguir tecleando su móvil.
¿Qué diablos he hecho para merecer este vomitivo y repugnante trayecto?
Ann
Foto: Alex Esteban