jueves, 9 de abril de 2015

La amistad

En la relación con algunas personas, sorprende y satisface constatar que el tiempo no pasa, que la salud del vínculo existente no se ha degradado ni ha sufrido los estragos que habitual e irremediablemente causa, y más, si son muchos los años que dichas personas han permanecido sin verse.
 
 
Eso es lo que me sucede con mi amiga Florence. Catorce años sin comunicación presencial aunque si con una regular comunicación epistolar, y lo que he sentido al volver a encontrarnos ha sido una  emotiva y asombrosa sensación de haber estado juntas cada uno de los días de esos catorce largos años.
 
 
Conversación, risas, complicidad. Ni un silencio molesto se interpuso entre nosotras, en ninguno de los diferentes momentos que compartimos.
Supongo que los amigos que proceden de la infancia son elegidos a consciencia. Los niños son sabios en muchos aspectos de la vida cotidiana.
Conforme transcurren los años, algunos de esos amigos se van perdiendo pero los que sobreviven a la separación, son los auténticos, los que fueron, son y serán.
 
 
Me gusto mucho Lyon, me gustaron sus calles, sus fachadas, sus misteriosas y fascinantes "Traboules", sus cálidos y deliciosos restaurantes, sus originales e interesantes museos, su historia, sus tradiciones artesanales, pero si con un sentimiento me quedo, es con la feliz y emotiva satisfacción de reencontrarme con mi amiga. Gracias Florence.
Ann.