Una señora deambula por los pasillos de la primera planta del hospital frente a los familiares de los pacientes que están en el interior del quirófano en ese momento.
Llama mi atención su parecido con una conocida, ¿el pelo, la expresión del rostro? Me asalta la duda.
La señora desaparece por otro pasillo, e ipso facto, me olvido de ella. Vuelvo a mi lectura.
De repente, se oyen gritos. Intrigada, levanto la mirada y asisto a un ir y venir desordenado de los ahí presentes. Me temo que la única en seguir sentada sin entender gran cosa a la situación, soy yo.
La señora se ha desplomado en el interior de un ascensor.
Varias personas corren hacia las puertas de los quirófanos golpeándolas en busca de auxilio.
Salen varios enfermeros, vestidos de verde, a informarse de los acontecido y a socorrer a la dama. Unos diez profesionales la rodean. La levantan, le toman la tensión, la oscultan. Traen una cama. Se la llevan.
Y yo me pregunto:¿qué habrá pasado mientras tanto con los pacientes tumbados sobre las mesas de operación?
Ann.
Fotos: Alex Esteban
Fotos: Alex Esteban
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