lunes, 17 de junio de 2013

Domingos

Uno intenta mantenerse en forma comiendo lo más sano posible, practicando deporte. En mi caso sin excesos, soy una persona que se cuida lo justo para no renunciar a lo demás.
 
 
Sin embargo, cuando llega el domingo, todas las pancartas de prohibición se derrumban y el sentido común se torna imperceptible al entrar en el comedor materno.
 
 
La visión de esa espléndida y generosa mesa, es fruto del amor y de la mano mágica de una madre deseosa de agradar a toda su familia, de que su dedicación de horas en la cocina desemboque en un momento alegre, sabroso, feliz, uniendo a todos los miembros que en ese momento tienen el privilegio de sentarse alrededor del grandioso festín.


Bravo maman.
Ann

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